AUNQUE NO FLOREZCAN LAS HIGUERAS

16.04.2018

 Habacuc 3:17-19

Entonces me llenaré de alegría a causa del Señor mi salvador. Le alabaré, aunque no florezcan las higueras ni den fruto las viñas y los olivares; aunque los campos no den su cosecha, aunque se acaben los rebaños de ovejas y no haya reses en los establos.Porque el Señor me da fuerzas; da a mis piernas la ligereza del ciervo y me lleva a alturas donde estaré a salvo."

Es muy común compartir el sentir que el profeta tuvo cuando no entendió la voluntad de Dios, cuando los métodos divinos no encajaban en su lógica humana, cuando las determinaciones del Señor eran difíciles de aceptar. Quejas, indisposición, enojo, desánimo. Estas y otras emociones y actitudes pasaron por este hombre cuando no se sintió satisfecho con las respuestas que el Señor le había dado. Simplemente la manera en la que el Señor impartía justicia no le parecía adecuada. ¿Has estado allí? Yo sí, muchas veces. Habacuc tuvo la virtud de no quedarse allí. Supo llevar al Señor su sentir y su pensar, supo esperar a tener una respuesta, no renunció a su fe o a su misión, más bien buscó fortalecer esa fe y continuar con su misión a través de crecer en entendimiento, mismo que buscó delante de Dios. Es un héroe porque no dejó de lado la fe, esa fe la que le mantuvo buscando más allá de lo que había encontrado inicialmente. No hay héroe sin batallas, y él tuvo sus batallas. Los hombres tropezamos a menudo debido a nuestra arrogancia al pensar que si no entendemos, no vemos, no sentimos o no nos parece lo que Dios hace entonces o Dios no existe o lo que hace está mal hecho. Cuando las apariencias son que no tiene poder o que le falta amor, que ha olvidado sus promesas o no se interesa en realidad por nosotros caemos en la trampa de juzgarle. Es muy válido cuestionar a Dios y pedirle que nos muestre algo que no entendemos porque parte de la premisa que Él es Dios y somos nosotros quienes necesitamos cambiar para ajustarnos a Él. Juzgarle es otra cosa, es tomar lo que tenemos hasta el momento y emitir un veredicto al respecto, obviamente si nuestro sentir no es favorable terminamos emitiendo un juicio malo en contra del Señor. Es arrogante creer que Dios nos cabe en la cabeza o en la mano, su grandeza nos excede con mucho, nuestra comprensión de Él y sus obras siempre será pequeña. Lo que nos ha concedido es lo necesario para vivir por fe, si viviéramos por vista jamás terminaríamos por creer porque jamás alcanzaríamos a verlo en realidad. Dios no es irracional pero es supra-racional cuando hablamos de la razón humana. Sus planes y sus pensamientos no son como los nuestros. Es justamente caer en la antigua trampa de hacer de Dios un ser parecido a los seres humanos lo que nos lleva a mirarle a través de un lente defectuoso que se atreve a asegurar que el Señor no es Dios, que tiene algunos defectos. Entonces resulta que no es Dios porque no nos parece que lo sea. En medio de esa guerra lo que nos queda es buscar más y esperar en Él. Lejos de renunciar a nuestra fe y a nuestra admiración y devoción es momento de llevar nuestras raíces más adentro, el manto acuífero está más abajo y para llegar a él necesitamos raíces más profundas. Allí, donde no tenemos el control empezamos a vivir por fe. Después de esperar en el Señor, Habacuc llegó a esta determinación, supo que el Señor no deja de serlo, si así fuera no sería el Señor. Dios nunca deja de ser Dios y nos hace bien recordarlo, podemos descansar en ello, alegrarnos en ello, permanecer seguros por ello, y alabarle...aunque no florezcan las higueras...Saludos.

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