DÍA 17 A nada le concedo valor sino al bien supremo de conocer a Cristo

Filipenses 3:8-9 DHH94I
8 Aún más, a nada le concedo valor si lo comparo con el bien supremo de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por causa de Cristo lo he perdido todo, y todo lo considero basura a cambio de ganarlo a él 9 y encontrarme unido a él; no con una justicia propia, adquirida por medio de la ley, sino con la justicia que se adquiere por la fe en Cristo, la que da Dios con base en la fe.
Pablo continúa afirmando que más allá de sus logros, experiencias y estudios el máximo valor se encontraba en conocer a Cristo Jesús.
Y que todo lo anterior a ello lo consideraba basura, la palabra en griego que aquí se usa se refiere al desperdicio más sucio, es decir al estiércol.
Eso describe el valor tan grande que Pablo le daba a su salvación y a la relación que día con día establecía con Dios.
Así es como debiéramos sentirnos nosotras.
Cuando tú le das ese valor a tu relación con Dios eres comprometida, apasionada, constante, lo pones en primer lugar, aún antes que tus intereses personales, amas lo que Él ama, te interesa lo que a Él le interesa, miras las cosas con sus ojos y desarrollas su amor y compasión. No dejas pasar ni un solo día en su presencia orando y aprendiendo de su Palabra porque disfrutas estar con Él. No te encuentras luchando por obedecerle porque eres tan agradecida, y estás tan maravillada de su perdón en tu vida que lo que menos quieres es fallarle.
El considerar todo lo que una vez fuimos, nuestros alcances y logros, nuestra manera de ser lo que creíamos pensábamos y sentíamos como basura es la clave para poder entregarnos de lleno a hacer la voluntad de Dios.
Muchas veces aún defendemos nuestras ideas o buscamos tener seguridad en lo que hemos logrado o nuestras fuerzas, a veces nos aferramos a nuestros pecados, o nos cuesta dar más en la iglesia por miedo a nuestra familia, a perder nuestro trabajo o a los privilegios que tenemos. Nos cuesta dar de nuestro tiempo , salir de nuestra comodidad involucrarnos con la familia de Dios o con la gente que aún no le conoce a fin de llevarles el evangelio porque hemos dejado de apreciar la salvación que tenemos y damos más valor a otras cosas.
Sólo cuando le damos el primer lugar a Dios en nuestra vida podemos desarrollar una vida plena cuya raíz está en nuestra fe en Cristo Jesús, una seguridad de saber que con Él tenemos lo mejor.
Hoy te animo a re-definir tus valores, a ser como el hombre de esta parábola y a desarrollar una vida llena de gozo en unión con Cristo buscando conocerlo cada vez mejor.
Mateo 13:44 DHH94I
44 »El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un terreno. Un hombre encuentra el tesoro, y lo vuelve a esconder allí mismo; lleno de alegría, va y vende todo lo que tiene, y compra ese terreno.