JARDINEROS DE FE

06.04.2020

Clase para padres de familia.

EFESIOS 2:8-10  TLA

8 Ustedes han sido salvados porque aceptaron el amor de Dios. Ninguno de ustedes se ganó la salvación, sino que Dios se la regaló. 9 La salvación de ustedes no es el resultado de sus propios esfuerzos. Por eso nadie puede sentirse orgulloso. 10 Nosotros somos creación de Dios. Por nuestra unión con Jesucristo, nos creó para que vivamos haciendo el bien, lo cual Dios ya había planeado desde antes. 

Por supuesto esto no significa que podamos causar su salvación o hacer que Cristo los bendiga, la salvación es solo por la gracia de Dios.

Pero como padres cristianos somos privilegiados y responsables de proveer un ambiente propicio para su crecimiento en Cristo.

Esto es muy parecido a la jardinería: El jardinero no tiene control sobre si la semilla crece en una planta. Dios debe causar el crecimiento.

Pero el jardinero cuida el suelo, lo riega, quita las malezas y asegura que la planta reciba la cantidad adecuada de luz solar.

1 Corintios 3:5-7 TLA

5 Después de todo, Apolo y yo sólo somos servidores de Dios para ayudarlos a creer en Jesucristo. Cada uno de nosotros hizo lo que el Señor nos mandó hacer: 6 yo les anuncié a ustedes la buena noticia de Jesucristo, y Apolo les enseñó a seguir confiando en él, pero es Dios quien los ha hecho confiar más en Cristo. 7 Así que lo importante no es quién anuncia la noticia ni quién la enseña; el único importante es Dios, que es quien aumenta nuestra confianza en Cristo. 

El jardinero proporciona un ambiente propicio según su capacidad. Él emplea todas las herramientas y conocimientos a su disposición. Él no puede garantizar el crecimiento, causar el crecimiento o exigir el crecimiento, pero nutre la planta, cuida de ella y espera que crezca.

La familia se reúne para meditar en la Palabra y orar juntos. Proveemos un ambiente propicio cuando nos encontramos con Jesucristo juntos diariamente en estos medios de la gracia de Dios. 

Dios promete bendecir a sus hijos a través de su Palabra y oración. Así pues, como padres, la manera en que bendecimos a nuestros hijos no es inventando nuevas maneras para que nuestros niños lleguen a Dios; simplemente los ponemos en el camino de la Palabra de Dios y la oración. 

Pero sin cierta regularidad, estructura y propósito, creo que podemos suponer que estamos haciendo esto más de lo que realmente lo hacemos.

Llámalo un placer. Los devocionales familiares no deben ser difíciles. Toma diez minutos por las noches. Después de la cena, limpia la mesa, ve a la habitación familiar, abre la Biblia, lee una sección corta y ora. Eso es todo. No tiene que durar demasiado tiempo, probablemente si estás empezando no debería.

A medida que tu familia crece en esta sencilla práctica, podrás comenzar a hacer preguntas, discutir el pasaje que leíste y cantar salmos o alabanzas juntos. Independientemente de lo que añadas a la sencilla lectura de la Biblia y la oración, abstente de hacerlo demasiado arduo. No tiene que ser intimidante; no tiene porqué ser difícil. De hecho no debería serlo.

Así como disfrutamos de la presencia de Dios de manera personal, nuestro objetivo no, es agregar cargas religiosas, sino más bien disfrutar a Dios como una delicia.

Isaías 58:13 TLA

»Respeten el día de descanso,

y no se ocupen de sus negocios.

Que ese día sea santo para ustedes,

y un motivo de alegría.

Que sea un día dedicado sólo a mí.

»Si respetan ese día,

dejando de hacer negocios

y de hablar inútilmente,

Imagínate lo que significaría para tus hijos llamar a los devocionales familiares una delicia. Por supuesto, éste puede que no sea siempre el caso (para tus hijos o para ustedes), pero como padres, debemos hacer lo que podamos para eliminar los obstáculos que impidan disfrutar de Jesucristo con sencillez.

Si te pierdes una noche, o tres noches o una semana, simplemente empieza de nuevo. No se trata de una rueda que necesita ser renovada o un gran proyecto que requiera un nuevo relanzamiento. Es un medio de gracia que Dios provee a sus hijos. No es creado para que sea una carga. 

Los devocionales familiares, simplemente nos ponen a nosotros y a nuestros hijos en el camino de la bendición de Cristo. Inténtalo. No es difícil.

Con el tiempo, practicar la enseñanza familiar a diario cambiará tu hogar. Cambiará tu vida. Al venir todos los días a Jesús, no solo en nuestros devocionales privados, sino también como familias, Jesucristo derrama bendiciones que se desbordarán en la eternidad.






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