DÍA 10 JESUCRISTO NUESTRO ¡SEÑOR Y SALVADOR!

Filipenses 2:9-11 NTV
9 Por lo tanto, Dios lo elevó al lugar de máximo honor
y le dio el nombre que está por encima de todos los demás nombres
10 para que, ante el nombre de Jesús, se doble toda rodilla
en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra,
11 y toda lengua declare que Jesucristo es el Señor
para la gloria de Dios Padre.
Jesús vino del cielo a la tierra, nació en Belén, vivió una vida perfecta y murió en una cruz, que fue una muerte de sacrificio expiatorio, fue sepultado en una tumba, resucitó victoriosamente, y ascendió al cielo para ocupar Su trono en la gloria donde Dios lo tiene altamente exaltado y le dio el Nombre que está sobre todo nombre.
El señorío estaba en el corazón de la obra redentora de Jesús en la cruz. Pablo lo aclara en Romanos 14:8-9 "Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. 9 Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven."
Llegará un día en que toda persona que haya vivido se inclinará y reconocerá que Jesucristo es Rey de reyes y Señor de señores. Pero para el cristiano la gran confesión debe ser una realidad cotidiana. Un cristiano debe vivir momento tras momento en sumisión fiel al señorío de Jesucristo recordando que no hacemos a Jesús Señor - ¡Él es Señor! Este es el mensaje fundamental de la Biblia.
Cuando confesamos a Jesús como nuestro Señor y Salvador y nos bautizamos, hicimos un compromiso de respetar su Señorío en cada área de nuestra vida.
Hagamos un recordatorio:
¿Qué significa decir que Jesucristo es Señor?
Para que Jesús sea el Señor de nuestra vida significa que Él es el dueño de toda nuestra vida. No puede ser Señor de una parte; Él debe tener control sobre toda nuestra vida. 1 Tesalonicenses 5:23
¿Qué hace una persona cuando Jesucristo es el Señor de su vida? La respuesta es, entrega su vida a Él. Esto implica quitarse de las manos el control de su vida y permitir que Él tenga el control.
Que Jesús se convierta en Señor de la vida de una persona implica una entrega absoluta y total a Su señorío. Y además de la rendición absoluta, también debe haber un reconocimiento de que somos Su propiedad: ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? 20 Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios." (1 Corintios 6:19-20)
Un verdadero creyente nacido de nuevo pertenece a Jesús. Somos Su posesión comprada. Cuando una persona se rinde al señorío de Jesucristo, reconoce que es Su propiedad y renuncia a sus derechos personales. La palabra 'doulos' en griego significa esclavo, por lo tanto, cuando Jesús es nuestro Señor, somos Sus esclavos no somos nuestros, fuimos comprados por un precio. Un sirviente da servicio a alguien, pero un esclavo pertenece a alguien. Y como verdaderos creyentes nacidos de nuevo pertenecemos a nuestro Señor y con gusto queremos obedecer y complacerle a Él en todo lo que pensamos, decimos y hacemos.
Ceder al señorío de Jesucristo también implica obediencia total y sin reservas. Si Él es el Señor de nuestra vida, vamos a hacer lo que Él nos dice que hagamos. El señorío implica la obediencia.
Jesús hizo una pregunta muy importante: "¿Por qué me llamas Señor, Señor, y no haces lo que digo?" (Lucas 6:46). ¿Estás haciendo lo que el Señor te ha mandado hacer? ¿Le estás obedeciendo?
El señorío de Jesucristo también implica un servicio voluntario. Debe haber un tiempo en tu vida cuando, como el profeta Isaías, estés dispuesta a decir: "Aquí estoy, Señor, envíame."
El señorío de Jesucristo implica nuestra voluntad de ir donde Él nos envía, cuando Él nos envía, sin importar el costo. ¿Es Jesús el Señor de esta área en tu vida? ¿Puedes decir honestamente, "en cualquier momento, cualquier cosa, en cualquier lugar para Jesús porque Él es tan digno?"
La vida cristiana es una vida maravillosa. Cristo ha hecho todas las provisiones para que Sus hijos vivan una vida plena y abundante, pero hay un costo involucrado, requiere que muramos a nosotras mismas.
¿Crees que Jesús puede salvarte, si de ninguna manera te sometes a Él como Señor? La perfecta obediencia no es posible en esta vida, pero si tu vida no refleja de ninguna manera el señorío de Cristo, entonces la Biblia dice que no tienes fe verdadera. Es por ello que cada día necesitamos renovarnos y retomar el compromiso que hicimos el día que nos bautizamos.
A lo largo de nuestra vida vamos a tener muchas distracciones, muchos momentos de desánimo, nos veremos tentadas a renunciar pero una y otra vez necesitamos volver a la Cruz y recordar a nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
¿Recuerdas esta escritura?. "Pues ¿qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo? 26 Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y en la del Padre, y de los santos ángeles." (Lucas 9:25-26)
¿Te conoce Jesús personalmente? ¿O has estado viviendo de tal manera que estás negando al Señor?
No es suficiente con tener un conocimiento principal de quién es Jesús o simplemente decir que creemos. Si hemos afirmado que Jesús es importante en nuestra vida, debemos demostrarlo por nuestras acciones. Ser cristiana significa transformarse en la imagen de Cristo, no moldearlo en la imagen que crees que es correcta.
Entonces, ¿qué vas a escuchar cuando finalmente te encuentres cara a cara con Dios cuando mueras? ¿Será: "mi buena y fiel sierva", o te dirá Jesús: "No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad." (Mateo 7:21-23)
Recordemos que en las pruebas nuestra fe se purifica, asegurémonos que en medio de cualquier circunstancia seguimos demostrando que Jesús es el Señor de nuestras vidas.