NUESTRA FE

Buen inicio de semana para todos los hermanos. Los animo a que sigamos creciendo y nos renovemos más en madurez espiritual cada día.
Nunca hay que darnos por vencidos. Aunque este cuerpo nuestro se va desgastando, por dentro nos renovamos día a día cada vez más.
2 Corintios 4:16 DHH
16 Por eso no nos desanimamos. Pues aunque por fuera nos vamos deteriorando, por dentro nos renovamos día a día.
Una pregunta: ¿cómo estás hoy en tu fe? ¿cómo está la fe de los de tu ministerio? Al inicio de vivir en Cristo no alcanzan las horas, días, meses y años para estar junto a Jesús y más cerca de Dios, para disfrutar de su divina compañía y descubrir los grandes tesoros que brinda el estudio de su Palabra y una constate relación con Dios. Pero con el pasar de los años. si uno no fortalece su fe cada día, la gratitud a Cristo, el amor a Dios y a su Palabra, nuestra relación con Dios va disminuyendo.
¿Cómo se puede mantener viva esa fuerte devoción después de uno, cinco, diez, veinte o treinta años?
Apocalipsis 2:4-5 NBV (Nueva Biblia Viva)
4 Sin embargo, hay algo malo en ti: ¡Ya no me amas como al principio! 5 Recuerda de dónde has caído, arrepiéntete y trabaja como lo hacías antes. Si no lo haces, vendré y quitaré tu candelero de su lugar.
Dios nos llama a recordar de dónde hemos caído, nos exhorta a volver a las primeras obras, nos pide que volvamos a recuperar esa vida que tenía al inicio. Preocupados por actividades y adversidades de la vida, la relación con Dios se debilita si no la atendemos y no mejoramos.
Recuerda que para mantener viva nuestra fe y madurar en nuestra espiritualidad y relación con Dios, es fundamental que dediquemos más tiempo a Dios. Este cambio será el resultado de: comprometernos más y más fuerte con Dios, crecer cada día más en la fe, aumentar cada día más nuestra cercanía con el Señor, trabajar en nuestro carácter y decisiones cada día por ser más como Jesús, amar a Dios cada día más.
Aprovecha este tiempo que estamos en casa para crecer en tu relación con Dios y de tus seres queridos.
Un abrazo, hermanos y sigamos en oración.
Jorge Barrientos.