SALMO 119: 1

A PARTIR DE HOY VAMOS A ESTAR ESTUDIANDO EL SALMO 119 VERSÍCULO POR VERSÍCULO.
SALMO 119:1 RVR 1960
Bienaventurados los perfectos de camino, Los que andan en la ley de Jehová.
Con estas palabras, el salmista introduce uno de los temas centrales de la Biblia - el camino a la verdadera felicidad: "Bienaventurados" ('felices', 'dichosos', 'realmente alegres').
En el Salmo 1, el autor declaró que la verdadera
felicidad se encuentra cuando nos deleitamos en la Palabra de Dios, y cuando
meditamos constantemente en ella (Sal 1:2).
Sin embargo, no es
suficiente leer y meditar en la Palabra de Dios - hay que cumplirla. Por eso el autor del Salmo 119 dice que las
personas que serán realmente felices son aquellas que "andan en la ley de
Jehová".
Sin embargo Satanás y el mundo ofrecen alternativas muy atrayentes; y la 'carne' tiene sus propios intereses; pero la sabiduría espiritual radica en acatar las instrucciones de Dios. El que procura ser feliz a su manera, encuentra tremendas decepciones en la vida; el que se somete a Dios, y a Su Palabra, hallará verdadera satisfacción y felicidad.
Notemos algunos detalles de lo que el salmista dice en este primer versículo.
En primer lugar, hay que 'andar' en la ley de Dios
(v.1b).
Esto habla de una vida conducida según los principios de la Palabra de
Dios. No es asunto solo de comportarnos
bien de vez en cuando; por ejemplo, los domingos, cuando vamos a la Iglesia, o
cuando tenemos alguna necesidad, y queremos que Dios nos ayude.
El verbo, 'andar', implica una forma de vida que es permanente - 24 horas al día, 7 días a la semana, y 365 días al año.
Déjame decirte que la Biblia tiene que establecer nuestra forma de vida, que es normal y permanente.
En segundo lugar, hay que
andar "en
la Ley"(v.1b). Hoy en día, muchas personas
toman la Biblia como si fuera simplemente un compendio de consejos o principios
espirituales, que podemos aplicar a nuestras vidas, si es que deseamos hacerlo.
Pero para el hijo de Dios, las Sagradas Escrituras, son LEY. Es decir, ellas no solo dan consejos de parte de Dios, sino órdenes; órdenes del Rey Soberano, acerca de cómo Sus súbditos deben vivir. Esto implica que tenemos que acercarnos a la Biblia con una actitud de sometimiento (no cuestionamiento), y con una disposición de obedecer las instrucciones que hallamos en ella. Aunque parezca extraño, esta es la única manera de hallar una verdadera y duradera felicidad.
En tercer lugar, notemos que es "la Ley de Jehová" (v.1b). "Jehová" es lo que podríamos llamar el 'nombre propio' del verdadero Dios, el Dios de Israel. La Biblia reconoce que hay muchos dioses, ídolos y espíritus en el mundo, y cada uno de ellos tiene su propia 'ley' (es decir, su propio código de comportamiento, que los devotos deben seguir). Vemos esto a diario en los programas televisivos, en las películas, y en los videos musicales. Sin embargo, hay un solo verdadero Dios, y por ende una sola verdadera Ley - la de Jehová. Su Ley refleja el conocimiento que el Creador tiene de nuestra existencia humana. Por lo tanto, si queremos ser felices, es importante hacer caso a lo que Él nos dice en Su Ley.
Finalmente, observemos que los que alcanzarán la verdadera felicidad son los "perfectos de camino" (v.1a). Es decir, los que no solo anhelan obedecer la Palabra de Dios, sino que realmente lo hacen; aquellos que disponen sus vidas, y toman decisiones, sobre la base de una actitud de radical sometimiento a la Palabra de Dios.
La palabra, "perfectos", significa 'completos'; es decir, sin ninguna imperfección o mancha. El término en hebreo se usa de los animales que eran ofrecidos en sacrificio a Dios - tenían que ser "sin defecto" (Lev 1:3). Así debe ser la vida del creyente. Cristo nos presenta ante el Padre, 'perfectos', en el sentido de justificados. Sin embargo, es nuestra responsabilidad presentarnos ante Dios limpios y sin mancha, en nuestra vida diaria - 'perfectos', en el sentido de santificados (Rom 12:1). Esto nos cuesta mucho (especialmente, a la 'carne'); pero es la clase de vida en la cual encontraremos verdadera paz y felicidad. Para ser "perfectos", debemos seguir todos los mandamientos de Dios, en todas las áreas de nuestras vidas, todo el tiempo. El creyente 'carnal' es aquel que obedece a Dios en muchas áreas de su vida, pero sigue sus propios deseos e impulsos carnales en algunas cosas. Aunque busca ser feliz, nunca lo es - porque su conciencia le fastidia, el Espíritu Santo le convence de pecado, y Dios lo disciplina. ¡Dios no quiere que vivamos así!
Para el judío, "la ley de Dios" era la Ley de Moisés, expresada en el Pentateuco. Para el creyente, "la ley de Dios" es la Ley de Cristo y la Ley del Espíritu. La Ley de Cristo es aquella 'ley' expresada (entre otros lugares) en el Sermón del Monte (Mateo 5-7). Si nos sometemos perfectamente a esta 'ley', seremos agradables al Señor Jesús, y tendremos la recompensa de gozar una comunión íntima con Él.
Juan 14:21 RVR 1960
"El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él"
Juan 14:23 RVR 1960
"El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él"
La Ley del Espíritu consiste en todas aquellas cosas secundarias, en las cuales el Espíritu Santo nos dirige personalmente. Para nosotros, estas cosas son 'ley' (aunque difieren entre creyentes, según el Espíritu Santo guía a cada uno). Si nos sometemos perfectamente a la dirección del Espíritu Santo, el resultado en nuestras vidas será: "amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza" (Gál 5:22-23).
En el tiempo de Cristo, los fariseos eran personas conocidas por el afán de obedecer la Ley de Dios al pie de la letra. Sin embargo, no eran 'perfectos'. ¿Por qué no? Porque se fijaban, principalmente, en el cumplimiento externo de la Ley, y no en el cumplimiento interno. El Señor amonestó severamente a estos hombres religiosos, y afirmó que Dios mira al corazón, no solo al comportamiento externo.
Esto indica que no debemos contentarnos simplemente con no cometer algún pecado, sino de no tener la actitud que precede ese pecado.
Por ejemplo, el Señor reconoció que la Ley
decía: "No matarás" (Mat 5:21). Sin
embargo, es importante notar que lo que ofende a Dios no es simplemente la
pérdida de una vida humana, sino el enojo y el odio que provocan ese homicidio.
Es por eso que, la Ley de Dios no solo exige que nunca debemos matar a nadie, sino que nunca debiéramos enojarnos indebidamente con alguien, o llegar a odiarle (Mat 5:22).
Fue en el contexto de aclarar la importancia de la actitud del corazón de la persona, y no simplemente de su comportamiento externo, que el Señor expresó las palabras:
Mateo 5:48 TLA
48 »Ustedes deben ser perfectos como Dios, su Padre que está en el cielo, perfecto.
NOTA: Hay que reconocer que nadie es completamente perfecto en este mundo. Si la felicidad dependiera de ello, ¡nadie sería feliz! Más bien; la dicha viene, no cuando alcanzamos la perfección (cosa que es imposible en este mundo), sino procurándola; apuntando a ello en nuestras vidas. Es decir, no debemos conformarnos con cierta medida de santidad y obediencia a la Palabra de Dios.
Más bien, debemos siempre estar procurando crecer en santidad. Esta es la vida que agrada a Dios, y la que alcanza la verdadera felicidad.
Pero, ¿cómo será esta
felicidad? ¿Será simplemente algo
circunstancial? Es decir, ¿será que en
este primer verso del Salmo 119, Dios está prometiendo que si procuramos vivir
una vida perfecta delante de Él, todas las circunstancias de la vida serán
buenas para nosotros? El testimonio de
los creyentes, a lo largo de 2,000 años, indica que no. Al igual que la verdadera santidad no es
simplemente algo externo, sino que tiene un importante componente interno; la
verdadera dicha no consiste en siempre gozar circunstancias externas
favorables, sino en gozar una fuente de felicidad interna. Esta fuente, más que las circunstancias externas,
es la que garantiza al creyente una verdadera felicidad en este mundo.
La 'fuente' de felicidad
interna incluye tener paz con Dios, paz con nosotros mismos, paz con otros, y
una conciencia tranquila.
Es más, esta 'fuente' es el mismo Espíritu Santo (Juan 7:37-39), quien mora en nosotros, y fluye en el creyente santo, produciendo el fruto de gozo y paz en Su corazón (Gál 5:22-23). Teniendo esta 'fuente' interna, el creyente puede experimentar una verdadera felicidad, en medio de circunstancias adversas.
Juan 4:13-14 TLA
13 Jesús le contestó: -Cualquiera que bebe del agua de este pozo vuelve a tener sed, 14 pero el que beba del agua que yo doy nunca más tendrá sed. Porque esa agua es como un manantial del que brota vida eterna.
Un abrazo a todos y bendiciones a sus vidas.